Comentario del Evangelio

Comentario del Domingo X del Tiempo Ordinario | Marcos 3,20-35

En este Domingo X del Tiempo Ordinario, Monseñor Rafael Escudero López-Brea, Obispo de la Prelatura de Moyobamba, presidirá la Celebración Eucarística en la Catedral de Moyobamba.

«En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer».

Al principio de la vida pública de Jesús lo vemos acosado por las multitudes de gentes sencillas entusiasmadas. Jesús tiene tanto que hacer que, a veces, le falta tiempo para comer. Vemos a Jesús totalmente entregado a su ministerio, absorbido por su trabajo misionero.

Ayúdanos, Señor, a salir adelante en nuestras tareas, a guardar el equilibrio a saber encontrar tiempo para hacer lo esencial, para la oración, para escuchar tu Palabra, para atender a los nuestros.

«Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales», porque hizo la “locura” de lanzarse a predicar la salvación. Jesús vive con una gran libertad. No depende de su familia. Rechaza las tentaciones con que algunos de sus parientes quieren apartarle de su misión. El Señor ha sufrido la hostilidad y la incomprensión de los suyos.

«También los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: —“Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios”».

Los milagros que hace Jesús testimonian que el Padre le ha enviado. Invitan a creer en Él. Pero también pueden ser ocasión de escándalo. A pesar de tan evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos desde los comienzos de su ministerio público; fariseos y partidarios de Herodes, junto con sacerdotes y escribas, se pusieron de acuerdo para perderle; incluso se le acusa de obrar movido por los demonios. Jesús apareció a algunos malintencionados sospechoso de posesión diabólica.

Contemplamos a Jesús rechazado, desconocido, ignorado, contestado, no escuchado, dejado de lado…

«Él los invitó a acercarse y les propuso estas parábolas: —“¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido”».

Jesús pone en evidencia lo ilógico y ridículo de los escribas. Jesús tiene muy sana su razón. Su demostración es sencilla, pero rigurosa.

«Nadie puede meterse en casa de un hombre fuerte para saquear sus bienes, si primero no lo ata; entonces podrá saquear la casa».

Es la primera y corta parábola relatada por el evangelista san Marcos. Para dominar a un hombre fuerte se precisa otro más fuerte. Jesús presenta su misión como un combate contra Satanás, el adversario de Dios. Jesús tiene un poder sobrenatural sobre las fuerzas del mal, Él es vencedor del diablo; Él ha “atado al hombre fuerte”, al diablo, para despojarle de lo que se había apropiado, para sacarlo del mundo del que se creía dueño y señor. La victoria de Jesús sobre Satanás es un anticipo de la victoria de la Pasión, suprema obediencia de su amor de Hijo al Padre.

Nosotros, los nuevos hermanos de Jesús, estamos llamados a continuar esta lucha contra el mal expulsando los demonios de nuestro corazón unidos a Cristo y en nombre de Cristo y liberando a los hermanos de los suyos.

“Créanme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre”. Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo».

Para participar en la victoria de Cristo sobre el demonio hay que ser dóciles al Espíritu Santo. Hay que reconocer el poder que actúa en Cristo. Decir que Jesús es Satanás es blasfemar contra el Espíritu Santo, es negar la evidencia: ese rechazo es grave y exige el arrepentimiento del que blasfema.

No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento, rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.

«Llegaron su madre y sus hermanos y desde fuera lo mandaron llamar».

A la virginidad perpetua de María se objeta a veces diciendo que el evangelio menciona unos hermanos y hermanas de Jesús. La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen María; Santiago y José “hermanos de Jesús” (Mt 13, 55) son los hijos de una María discípula de Cristo (cf. Mt 27, 56) que se designa de manera significativa como “la otra María” (Mt 28, 1). Se trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento (cf. Gn 13, 8; 14, 16).

«La gente que tenía sentada alrededor le dijo: —“Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan”».

«Les contestó: —“¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?” Y, mirando entonces a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: —“Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre”».

Hacer la voluntad de Dios es lo más importante para Cristo en su relación con el Padre. Toda su vida está bajo la obediencia al Padre. El cumplimiento de la voluntad de Dios es para Él el lazo más alto que le une a su madre.  Y los que están dispuestos a hacer esa voluntad del Padre se convierten en su madre y sus hermanos. Jesús ha traído la universalidad, la fe en el único Dios Padre de todos, acogida en la nueva familia de Jesús, cuya única condición previa es la comunión con Él, la comunión con la voluntad de Dios. Familia que se expande por todos los pueblos superando los lazos carnales de la descendencia. Jesús nos recuerda que con Él ha nacido una nueva parentela celestial fundada sobre la aceptación de la paternidad de Dios, que es más honda que la de la sangre: este es el fruto de la obra de Jesús. Y esta visión de Cristo nos lleva a todos a rechazar todas las discriminaciones.

Dice San Gregorio Magno: “El que puede llegar a ser hermano de Jesús creyendo, puede llegar a ser su madre predicando, el que predica es como si diese a luz al Señor, infundiéndole en el corazón del oyente; se hace madre si por su palabra se engendra en el alma del prójimo el amor del Señor”.

¿La fidelidad a la voluntad del Padre es lo primero para mí?

Señor, ayúdanos a vivir nuestros lazos familiares como un primer aprendizaje y un primer lazo de amor sin encerrarnos exclusivamente en ellos.